El frio del suelo apagó su tormenta, de calurosos recuerdos.
El áspero piso le hablo del dolor de su alma y de la marca que quizá
nunca se borraría; como especie artilugio de las cuerdas que tiran de nuestro
destino, ellas rencorosas buscan que la memoria
no borre las marcas que sangran. Solo para que sintamos que la sangre nos da
vida pero también, agonía.
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