lunes, 18 de junio de 2012

Me jode confesarlo pero la vida es también un bandoneón hay quien sostiene que lo toca dios pero yo estoy seguro que es troilo ya que dios apenas toca el arpa y mal fuere quien fuere lo cierto es que nos estira en un solo ademán purísimo y luego nos reduce de a poco a casi nada y claro nos arranca confesiones quejas que son clamores vértebras de alegría esperanzas que vuelven como los hijos pródigos y sobre todo como los estribillos me jode confesarlo porque lo cierto es que hoy en día pocos quieren ser tango la natural tendencia es a ser rumba o mambo o chachachá o merengue o bolero o tal vez casino en último caso valsecito o milonga pasodoble jamás pero cuando dios o pichuco o quien sea toma entre sus manos la vida bandoneón y le sugiere que llore o regocije uno siente el tremendo decoro de ser tango y se deja cantar y ni se acuerda que allá espera el estuche.